¿Todo Se Decide Antes De Los Tres Años?

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1er Neuromito: "Todo Lo Importante Sobre El Cerebro Se Decide Antes De Los Tres Años"

Si introduce en su computadora las palabras clave "Del Nacimiento Hasta Los Tres Años" en el motor de búsqueda, consigue un número impresionante de sitios Web que explican que: en su hijo los tres primeros años son cruciales para su futuro desarrollo y que prácticamente todo se decide durante esta edad. Usted también encontrará numerosos productos comerciales preparados para estimular la inteligencia de su niño, aparentemente todos de suma importancia antes que se alcance esa edad límite.



Algunos fenómenos fisiológicos que tienen lugar durante el desarrollo del cerebro pueden, en efecto, dar lugar a creencias que las etapas críticas de aprendizaje se producen entre el nacimiento y los tres años. Pero esta afirmación puede ser fácilmente exagerada y distorsionada. Esta idea adquiere una condición mítica cuando es usada en forma exagerada por determinadas personas responsables del diseño de las políticas educativas, educadores, fabricantes de juguetes. Y como resultado los padres abruman a sus niños con: gimnasia para los recién nacidos, música para estimular su desarrollo en grabadoras y reproductores de CD que son conectados encima de la cama del bebé. Sin embargo, ¿Cuáles son los fenómenos fisiológicos que la investigación ha descubierto y son importantes en la persistencia de esta creencia?




El componente básico del procesamiento de la información en el cerebro es la célula nerviosa o neurona. Un cerebro humano contiene alrededor de 100 mil millones de neuronas.

Cada neurona puede estar conectada con otras miles, lo que permite que la información nerviosa circule de manera intensa y en varias direcciones a la vez. A través de las conexiones entre neuronas (sinapsis), los impulsos nerviosos viajan de una célula a otra sirviendo de apoyo del desarrollo de habilidades y la capacidad de aprendizaje. El aprendizaje es la creación de nuevas sinapsis, con el fortalecimiento o debilitamiento de las sinapsis existentes.

En comparación con un adulto, el número de sinapsis en los recién nacidos es baja. Después de dos meses de crecimiento, la densidad sináptica del cerebro aumenta de manera exponencial y supera a la del adulto (con un pico a los diez meses). Desde entonces se produce una disminución constante hasta los 10 años, cuando el número de las sinapsis llega a la “cantidad del adulto". A continuación, se produce una relativa estabilización. El proceso por el que las sinapsis se producen en masa se llama sinaptogénesis. El proceso por el cual las sinapsis disminución se conoce como Poda. Este un mecanismo natural, y necesario para el crecimiento y desarrollo intelectual.

Durante mucho tiempo, la ciencia creía que el número máximo de neuronas se fijaba en el nacimiento, y que a diferencia de la mayoría de las otras clases de células, las neuronas no se regeneraban. Se creía que cada individuo iba perdiendo neuronas con regularidad; de la misma forma, a lo que sucede a raíz de una lesión del cerebro, las células nerviosas destruidas no serían reemplazadas. Durante los últimos veinte años, los resultados de diferentes investigaciones han cambiado esta opinión, y revelan fenómenos hasta ahora insospechados: en cualquier momento de la vida de una persona nuevas neuronas aparecen (neurogénesis); y en algunos casos al menos, el número de neuronas no varía a lo largo de la vida.



Se dice, que la sinaptogénesis es intensa en los primeros años de vida del humano. Si el aprendizaje se determinará por la creación de nuevas sinapsis - una idea por cierto intuitivamente atractiva - Hay un pequeño paso para deducir que: es en los primeros años de un niño es cuando el pequeño posee mayor capacidad para aprender. Otra versión, más actual en Europa, es la opinión de que los niños muy pequeños deben ser constantemente estimulados en sus primeros dos a tres años a fin de fortalecer sus capacidades de aprendizaje para la vida posterior. De hecho, estas afirmaciones van mucho más allá de la evidencia científica actual.


Sin embargo, Un experimento realizado hace veinte años puede estar alimentado este mito. Estudios de laboratorio con roedores mostraron que la densidad sináptica podría aumentar cuando los sujetos eran colocados en un entorno complejo, que se define en este caso como una jaula con otros roedores y diversos objetos para explorar. Cuando estas ratas fueron sometidas posteriormente a un laberinto para probar su capacidad para el aprendizaje, se desempeñaron mejor y más rápido que otras ratas que pertenecieron a un grupo control, ratas del grupo control vivieron en "habientes “pobres" o "aislados" (Diamond, 2001). La conclusión fue que las ratas que viven en ambientes "enriquecidos" han aumentado la densidad sináptica y por tanto están en mejores condiciones para realizar la tarea de aprendizaje.



Los elementos están en el lugar adecuado para crear un mito: un gran experimento, realizado en un lugar fácil de comprender, aunque difícil de realizar; y un proyecto con los resultados esperados.



Sin embargo, el experimento se llevó a cabo en el laboratorio con condiciones muy artificiales, se realizó en roedores. Para los no especialistas apoyaran que los datos experimentales en ratas, se obtiene con una precisión científica incuestionable; y si se la combina con las ideas actuales sobre el desarrollo humano se concluye que la intervención educativa, para que sea más eficaz, debe coordinarse con la sinaptogénesis.

Como alternativa, se sugirió que, que los entornos "enriquecidos" protegen a las sinapsis de la poda que se produce durante la infancia, o incluso la creación de nuevas sinapsis, contribuyen así a aumentar la inteligencia y una mayor capacidad de aprendizaje. Este es un caso de cómo la utilización de hechos probados en un estudio válido se puede extrapolar y llegar a conclusiones que van mucho más allá de la evidencia original.

Los límites y las lecciones de este caso son bastante claros. Existen escasos datos neurocientíficos para predecir la relación entre un aumento de la densidad sináptica a temprana edad de la vida y una mejor capacidad de aprendizaje. Del mismo modo, se dispone de escasa información respecto a la relación predictiva entre las densidades sinápticas de los niños y de los adultos. No hay evidencia neurocientífica directa, ya sea con animales o seres humanos, entre la densidad sináptica en los adultos y una mayor capacidad de aprendizaje. Todo esto no quiere decir que la plasticidad del cerebro, y la sinaptogénesis en particular, no puedan tener alguna relación con el aprendizaje sino, que por el peso de las evidencias disponibles, las hipótesis formuladas en la identificación de un papel tan determinante para desarrollo mental del nacimiento hasta los tres años no se puede sostener.




Para mayor información, el lector puede consultar “The Myth of the First Three Years” de John Bruer, (2000). Fue el primero que sistemáticamente cuestionó este mito; el cual, en la actualidad se encuentra enraizado en nuestras creencias culturales acerca de los niños y la infancia, tanto como en nuestra fascinación por la mente-cerebro, y nuestra necesidad perenne de encontrar respuestas tranquilizadoras a las preguntas inquietantes.

Bruer se remonta al siglo 18 para encontrar su origen: ya desde esa época se creía que la educación de la madre era la fuerza más poderosa para trazar la vida y la suerte de un niño, los niños exitosos fueron aquellos que habían interactuado "bien" con su familia. Bruer elimina uno a uno los mitos basados en interpretaciones erróneas de la sinaptogénesis temprana.

"Understanding the Brain", The Birth of a Learning Science, 2007, pages 111 - 112